viernes, 11 de diciembre de 2020

Estoy en deuda con el mundo

Estoy en deuda con el mundo, con Dios, con mis padres, con mis cuatro abuelos, con mis hermanos, familiares, con mis profesores, desde el jardín de niños hasta donde llegué, en la escuela; parientes, amigos, conocidos, vecinos, compañeros y ex compañeros de trabajo... incluso con algunos desconocidos a los que llegué a ver solamente una o dos veces en mi vida, sin saber su nombre, procedencia, pasado, oficio; colonia, fraccionamiento o reparto de residencia, etcétera.

Estoy en deuda con "media humanidad" (esto es una hipérbole); es decir, con muchas personas.

¿Qué puedo hacer para tratar de saldar esas deudas? Porque... algunos de mis acreedores ya fallecieron, y puede ser que otros ya lo hayan hecho, dato que ignoro.

Creo que:

Tengo que empezar a dar tiempo, conocimiento, y trabajo (no retribuido económicamente, y también poner más energía, o ahínco o tesón en el otro, en el sí retribuido económicamente, para realizar labores de la más alta calidad posible según mi preparación y mis conocimientos).

Si mis acreedores ya murieron, deberé procurar "pagarles" por vía de beneficiar a sus cercanos, a los seres humanos que ellos amaron o estimaron, hijos, nietos, empleados, ex empleados, amigos, etcétera.

Pero, según yo, sería mejor no darle gratuitamente nada a los que no lo merecen, a los gorrones y gorronas (free riders, en inglés), a los ventajistas, a los abusivos, a los que andan por la vida nada más buscando a quién perjudicar, a quién quitarle algo de lo más valioso que hay: el tiempo; a quién robar dinero u objetos, a quién dar gato por liebre, a quién engañar, etcétera.

Tampoco, beneficiar a esos despreocupados, indolentes y desconsiderados que suelen devolver dañados (o incluso inservibles) los artículos o aparatos que les han prestado, a todos los individuos tóxicos e individuas tóxicas. A los tipos carentes de todo sentido de urbanidad...