Cerca de la perfección (Lo que solo él puede creer)
20230820 (domingo)
Un pintarrón
De repente se levantó y salió al jardín, donde encendió su cuarto cigarrillo de la tarde, pero apenas lo hubo hecho, volvió raudo al estudio, para seguir tundiendo el teclado.
En su cerebro listo y eficiente, habían surgido otras dos o tres ideas fabulosas y emocionantes, y se apresuró a no perder la oportunidad... de que tal vez fuesen olvidadas para siempre. La humanidad futura habría estado a un tris de perder esa nueva cascada de datos e iluminación.
—"No puedo creerlo, esto es fabuloso", exclamó, mientras levantaba la cara y miraba hacia arriba para ver la luz blanca que emitía el foco ahorrador puesto en el cenit del estudio; enseguida miró hacia abajo para observar el teclado qwerty y las yemas de sus dedos, y luego hizo algunos ejercicios para darle movimiento a los globos oculares. "No puedo creerlo, este prodigioso proceso de frases y párrafos es insuperable, estoy CERCA DE LA PERFECCIÓN. Ahora seré famoso, tal vez hasta deje mi trabajo en esa vieja escuela secundaria, he dejado atrás los misterios, estoy bordeando los terrenos de lo sobrenatural en la ciencia, en la física cuántica... Soy un gran sabio, uno de los académicos más brillantes del mundo en el siglo XXI".
Sonrió, sonrió y volvió a sonreír, inhaló una gran cantidad de humo, lo retuvo durante unos segundos y luego lo despidió con una emoción abrumadora.
De repente, presionó la última tecla de ese día, el último "Enter" en el teclado de su computadora de escritorio.
La mañana del día siguiente, ese domingo de abril, fue subido a su blog el incomparable texto que había escrito la tarde anterior, sábado por la tarde.
Luego, pasaron días y semanas y no pudo leer ningún comentario al final de la página del blog correspondiente. ¿Cómo era posible que nadie apreciara su genio, su afán por difundir la sabiduría y su deseo de iluminar a los que nada saben?
La alegría aparentemente interminable se convirtió en seriedad, luego en desconcierto, incluso en tristeza. Después de visitar su blog una vez más, hizo dos o tres muecas, pero en unos momentos más recordó los ejercicios que le había sugerido su esposa, psicóloga, y comenzó a sonreír y luego a carcajearse. Encendió un cigarrillo y comenzó a fumar con tranquilidad, ahora estaba tratando de averiguar cómo salir de esa situación, de esa tristeza de maestro atado a una escuela, aunque no afectara sus finanzas, o mejor dicho, la economía. del matrimonio, porque la posición financiera de su esposa era boyante, pero él quería ser famoso como un científico avanzado –porque así se consideraba a sí mismo– no tanto como un millonario. Decididamente apreciaría más la fama que la fortuna, pero la primera no llegó.
No se sentía cómodo, no aceptaba que solo pudiera haber dos comentarios –ambos negativos– en esa página de su blog en la que había expuesto sus teorías con tanta brillantez y claridad.
Llegó el día en que por fin se resignó a admitir su gris realidad. Era un lunes por la mañana (22 días después de publicar su deslumbrante entrada en el blog), tomó su maletín, subió a su automóvil Malibú y condujo, fumando, a dar sus clases en la escuela secundaria privada donde había estado trabajando durante seis años. Tuvo que contener su deseo de dejar ese trabajo, y se conformó... accedió a las circunstancias de su gris realidad... dejó de lado su supuesto futuro luminoso, abandonó sus fantasías y finalmente aceptó su existencia tal como venía.
Qué contrastes tiene la vida.
Su esposa lo recibió para almorzar, con un plato de sopa de garbanzos con tocino, tortillas de harina de trigo y una lata de cerveza de raíz (root beer) A&W, mientras él ponía una serie de melodías en el reproductor Bluetooth, comenzando con la Tocata y fuga en re menor, de Bach.
Ante ella y los niños, Aurelio dijo:
"Después de comer, voy a escribir otro artículo. Este será fabuloso y contundente, mi consagración definitiva como científico. Y disfrutaré de la fama".
—Aurelio, despierta de tus sueños de cuento de hadas. O, bueno, si quieres perder el tiempo, vuelve a escribir.
Meditó unos segundos y dijo:
"Tienes razón, cariño, dejaré de escribir tonterías y voy a preparar las lecciones de mañana para mis alumnos de secundaria".
Las sonrisas de todos iluminaron el comedor.
Y así siguió la vida de Aurelio, a veces monótona, pero el aburrimiento se rompía cuando pasaba tiempo con su mujer y sus hijos, la familia, y cuando algún alumno salía con una novedad, ocurrencia, o una fresca, ingenua, o fragante. propuesta académica en el aula...
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