Antiguas estanterías de libros polvorientos (no hay aspiradoras, ni plumeros, ni tiempo).
jueves, 3 de marzo de 2022
Elogio a mi cenicero de acero pintado de gris
Elogio a mi cenicero de acero pintado de gris.
Muy útil para no esparcir cenizas dondequiera.
Un gran invento.
El gato gris de Lino
El gato gris de Lino.
Lino Anaya Fresez es un niño mexicano que vive en la ciudad de Orizaba, Veracruz. En enero de 2022, cumplió siete años de vida.
En la Navidad de 2020, cuando Lino tenía cinco años de edad y cursaba el tercer grado de Kindergarten, su madre, la violinista Matilde Fresez Olivas, le regaló un gato gris según eso de siete meses de vida.
Lino le da de comer croquetas Kat con medida, revisa que no le falte agua, diariamente juega con él; por ejemplo, arroja hojas de papel escolar hechas bola, y el gato las sigue, como si fueran pelotas... El colegial, alumno del elitista Colegio Enrique Pestalozzi, "maúlla" –"miau, miau"–, y el minino le contesta: "miau, miau".
Lo extraño es que el gato no crece, y que la mamá de Lino solamente ha comprado un solo saco de 10 libras (4.5359237 kilogramos) de alimento para gatos desde la Navidad de 2020, y el consumo al parecer ha sido escaso. ¿Será que el félido sale a cazar y comer ratones u otros mamíferos pequeños, o algún vecino ha estado alimentándolo sin que Lino o su progenitora se hayan dado cuenta?
Casi siempre, su madre permite a Lino que lleve a Micifuz con él en el automóvil cuando van a hacer las compras de víveres a la plaza comercial y al mercado municipal El Elote.
Bueno, una noche equis, Micifuz salió por la parte trasera de la casa y saltó la valla de madera muy bien pintada de blanco al estilo Tom Sawyer, para ir de noctívago. Matilde le espetó a su hijo que no se preocupara, que el gatito ya regresaría; y así fue, a la mañana siguiente estaba frente a la finca, maullando para que le permitieran entrar, o acaso por comida y agua.
Esta historieta gatuna continuará...
Pasarán algunos años más, y en octubre de 2024 el padre de Lino, el profesor Matías Leovigildo Anaya Cambustón, se percatará de que el gato ha sido un animal electrónico de sexta generación, Made in Japan. No ha comido, ni bebido agua o leche, ni dormido, ni defecado, pero se trata de un felino casi natural.
Ha sido impulsado mediante una pila eléctrica de níquel-cadmio (números atómicos, 28 y 48, respectivamente), o una de iones de litio (número atómico, 3) de larga duración que, cuando habrán sido agotadas, será requisito reemplazarlas. El minino tiene dos cavidades para pilas y un interruptor extra para activar una u otra –aparte del de encendido y apagado–.
Al niño Lino no lo engañarán. Él ha fingido y fingirá que el gato es real, y lo ha aceptado como mascota, más aún porque nunca ha limpiado la caja de arena. Nunca ha habido heces felinas ahí.
Lino ha continuado y continuará sus interacciones con el brillante y cariñoso gatito, interrumpiendo de vez en cuando sus tareas (deberes) escolares, para jugar con su fabuloso gato electrónico nipón, quien le ha enseñado algunos trucos gatunos y humanos, y le enseñará más en lo futuro.